lunes, 5 de octubre de 2009

Dos en la Ciudad





En algún momento de esta historía, cuándo pensaba que ya todo para el amor había terminado....me tope con un claro ejemplo de que no había sido su fin; sino; que solamente me era esquivo, y que debería seguir buscando, pues estaba ahí...cerca de mí.


Me toca entonces contarles como es que descubrí vestigios de ese amor medieval, ese amor valiente y romántico, por el cual muchos pierden la cabeza...y muchas otras partes del cuerpo. Esta es la historia de dos personas que se encontraon en algún lugar de la ciudad, fui testigo de aquel encuentro estelar...dos estrellas que brillaban y cada una iluminaba a la otra con una luz radiante que se hizo mucho más fuerte y segadora en cuanto mas se acercaban; la luz era tan fuerte que me hizo cerrar los ojos, pero al cerrarlos y sentir la calidéz de aquella luminaria podía sentir la energía que decodificada por mi mente lograba mostrarme una conversación especial, una conversación casi tan cálidad como la sensación que recorría mi cuerpo en ese momento....




G


Cuando estoy contigo, no sé que es más bello


si el color del cielo o el de tu cabello.




MP


Cuando estoy contigo, no sé de tristezas


todo es alegría sólo sé que eres tú la vida mía.




G


Cuando estoy contigo, no sé si en la brisa


hay mejor sonido que tu alegre risa.




MP


Cuando estoy contigo, si pones tus manos cerca de las mías


dudo de que existan madrugadas frías.




G


Cuando estoy contigo, no existen fracasos


todo cuanto quiero lo encuentro en tus brazos.




MP


Cuando estoy contigo, me lleno de orgullo


quisiera que grites que soy toda tuya.




G


Cuando estoy contigo, no sé que es más tierna


tu figura frágil o un ave que inverna.




MP


Cuando estoy contigo, yo cambio la gloria


por la dicha enorme de estar en tu historia.




Entonces....la conversación terminó y el encuentro de ese día llego a un punto sin retorno...el del adios, no sin antes hacerse la promesa de que volverían a encontrarse la siguiente tarde...cuando el sol se oculte y no pudiese eclipsar la luz que ellas desprendian al estar juntas. La luz emanada por ese amor valiente, sin miedo al que dirán,